«Legitimidad democrática y superioridad moral»

Comparte esto:

En la sesión de investidura en la que Mariano Rajoy fue reelegido presidente del Gobierno vivimos otro bochornoso espectáculo promovido por grupos políticos que pretenden jugar con dos barajas, la de la agitación callejera y la institucional. El objetivo final: utilizar las instituciones democráticas para intentar desestabilizarlas.

Si penosas fueron las concentraciones en torno al Congreso de los Diputados para manifestar una supuesta ilegitimidad en la investidura de Rajoy, no menos lamentable fue el ambiente de bronca tabernera que algunas fuerzas políticas intentaron montar en la Cámara y que, en parte, consiguieron a base de todo tipo de insultos.

Comenzando por el portavoz de Bildu, que en su glosario de fechas olvidó citar las de los cientos de atentados de ETA y sus miles de víctimas, alguna de ellas presente en el hemiciclo por elección ciudadana. Continuando por el charnego de ERC, en su papel de mal imitador de un personaje del Club de la Comedia pero sin pizca de gracia. O las intervenciones de los portavoces del conglomerado de siglas que conforman Podemos, tanto en la tribuna de oradores como fuera de ella, declarando la ilegitimidad de todo aquello que no pasa por el cumplimiento de su propia voluntad.

Y es que para estos grupos, ilegítima es toda decisión que no pasa por una mayoría compuesta por ellos mismos, separatistas e izquierda radical.

La pregunta que cabe hacerse es ¿qué significa para ellos que el Gobierno es ilegítimo? La respuesta es clara. Si esgrimen que el poder democrático es ilegítimo entonces están autorizándose a desobedecerlo, y si el Gobierno es ilegítimo, el Parlamento que lo elige también.

En definitiva, están en las instituciones para lo que les interesa y no para lo que signifique respetar la democracia, ya que su única voluntad es romper con esas instituciones.

Discurso muy viejo ese de considerar legítimo solamente a aquel poder, gobierno o mayoría de la que se forma parte. Una idea que ha alumbrado algunas de las mayores desgracias de la historia y que en España creíamos superadas.

La segunda idea que se ha reiterado por algunos desde hace algún tiempo es que la culpa de la existencia de grupos radicales es responsabilidad de los partidos moderados. Una idea que no deja de sorprenderme y que no busca otra cosa que justificar la radicalidad y enajenar cualquier responsabilidad de los actos de los radicales o de aquellos que le apoyan en la otra parte de la población, que suelen ser sus víctimas.

No puede ser más corrosiva esta relación «yo te insulto, te denigro, te monto un  escrache y hasta te tiro tomates, pero todo es por tu culpa».

Dejémoslo claro, la responsabilidad de lo que hacen o digan los Pablo Iglesias, Rufián, Matute y compañía es responsabilidad de ellos y solo de ellos y de sus partidos.

Frente a este desafío nuestro deber es luchar contra las ideas que pretenden establecer un estatus de «superioridad moral» en virtud de la ideología que se defiende.

Siguiendo esa lógica perversa, los demás son “delincuentes en potencia» y los propios no aunque sean condenados por agredir a concejales de otros partidos, dar patadas a embarazadas o atentar contra la libertad de creencias. Pelillos a la mar, porque al fin y al cabo ellos son la gente. A los demás les votan, por lo visto, los marcianos. Otro ejemplo de legitimación frente a ilegitimidad que justifica hasta patear el Código Penal.

Por supuesto, no dar de alta a un asistente doméstico, no pisar la universidad que te paga por trabajar o especular con una VPO en la que no llegas ni siquiera a dormir  una sola noche no es un problema. Son cosas que hace la gente para poder vivir. El último ejemplo lo acabamos de ver con Espinar hijo.

Espinar padre, procesado por vivir a costa de las tarjetas black, le da un crédito a su hijo para que compre una vivienda protegida promovida por un ayuntamiento cuyo alcalde es compañero de Espinar padre en el Consejo de Administración de la entidad financiera que le dio la tarjeta black.

El resto ya lo saben: el hijo, un simple estudiante, compra la vivienda y en pocos meses la vende metiéndose 19.000 euros netos en el bolsillo. Cosas que hacen los jóvenes sin recursos, dicen.

Imagínese que en vez de ser Espinar Padre el que le da el crédito se hubiese llamado Rato Padre. ¡Lo que estarían diciendo Espinar hijo y su corte!

Por su puesto que recibir colaboración y cobrar de regímenes islámicos es  «compartir estrategias para desestabilizar oligarquías»; y colaborar, asesorar y recibir muchos dineros de regímenes bolivarianos es «hacer la revolución».

No sé de dónde han salido tantos inventores de cuentos. Lo que está claro es que no están para dar clases de superioridad moral y legitimidad. Y mucho menos para intentar responsabilizar a los demás de sus propios actos y existencias.

Cierto es que la crisis económica es terreno abonado para que radicales, vendedores de crecepelos y oportunistas siembren sus discursos y relatos demagógicos.

Y, sobre todo, buscan el enfrentamiento social entre ‘la gente’ y la ‘oligarquía’. O sea, entre ellos y los demás. Poco les importa que los demás sean más millones de personas que ellos.

Da lo mismo cómo se llamen y si son radicales ultranacionalistas, de extrema derecha o extrema izquierda, son iguales y la historia está llena de ejemplos lamentables sobre todos cuando no se han denunciado su comportamiento y desenmascarado con claridad.

No son superiores ni tienen más legitimidad ni son más gente que usted o yo, y además están en la oposición porque han perdido y son menos.

Trabajemos por los grandes retos nacionales: recuperación económica, creación de empleo, regeneración e impulso institucional, cohesión nacional, pacto educativo.., pero no nos olvidemos de desmontar con argumentos los relatos de aquellos que,  desde el fariseísmo moral, pretenden utilizar las instituciones democráticas para poner en crisis nuestro sistema democrático y la unidad de nuestro país.

Que sigan intentando sembrar miedos que, más pronto que tarde, el famoso tic tac, tic tac… de Pablo Iglesias se volverá contra ellos.

Felipe Afonso El Jaber, Portavoz del Grupo Popular en el Cabildo de Gran Canaria

Florentino López Castro

Florentino López Castro

Deja un comentario