La expresión define la actitud de quien persiste empecinadamente, en errores garrafales, incluso a sabiendas, por orgullo o por mantener las apariencias, aunque el mantener el error cause un daño peor que no mantenerlo. En política es legítimo sostener una postura, pero el político tendrá que admitir que, como en química, una acción conlleva una reacción. Y demostrar una torpeza notable en entender las cosas provoca una reacción contra quien sostiene dicha estupidez, perdón; contra quien manifiesta torpeza notable en comprender las cosas.
Hace dos semanas el Cronista de Telde, Antonio Maria González Padrón, apelaba a «elevar a la ciudad a su categoría, para devolver a Telde el buen gusto. No se puede repetir lo que ocurrió en los carnavales, que convirtió la plaza de San Juan en un tugurio de borrachera, in civismo y borrachera, porque la plaza de San Juan es un espacio ciudadano cívico y cultural y no una discoteca de mala muerte. Hay que echar de la política a quiénes lo permiten y lo consienten».
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Antonio Maria González Padrón en el diario digital, Onda Guanche apelaba al respeto al Patrimonio Histórico en las fiestas de San Juan, para que no vuelva a suceder como en los carnavales que «la plaza de San Juan se convirtió en un antro de borracheras y música estridente, sin control, para evitar que se repita lo que le ocurrió al pobre sacerdote de la Basílica de San Juan que tenia que limpiar cada día los orines en la entrada principal del Santuario del Altísimo Cristo del Altar Mayor o la puerta del viento, que estuvo defecada y orinada durante los pasados carnavales».
Lamentablemente la historia se vuelve a repetir en el mismo marco incomparable de la ciudad, en su conjunto artístico y monumental en San Juan, en las fiestas fundacionales de la ciudad.
Sostenella y no enmendalla.
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Manuel Ramón Santana
