«Fos«, es lo primero que piensa uno al entrar al portal del bloque número ocho de las viviendas de Eucaliptos I, urbanización situada en el barrio de Jinámar. El olor es prácticamente insoportable para cualquier visitante de la zona, pero los vecinos llevan conviviendo con la peste durante tres años. El problema reside en las continuas averías que ha sufrido el bajante del edificio y a pesar de que la titularidad del mismo es de índole privado, los residentes sostienen que el vertido de estas aguas a la calle pueden suponer un problema de salud para el resto de habitantes. Asimismo, la grave situación de descontrol en la que se encuentran los propietarios del bloque con respecto al pago de las cuotas de los demás inquilinos les obliga a pedir ayuda externa «porque no somos capaces de cubrir con las necesidades que posee el edificio: hay 47 vecinos y sólo estamos al día 15», sentencian.
La situación es complicada, pero los ciudadanos asentados en Eucaliptos I en esta zona de Jinámar están dispuestos a seguir luchando. «Tenemos escritos presentados hace más de un año a Vivienda, a Sanidad e incluso a la propia alcaldesa de Telde, Carmen Hernández; nos prometieron que harían lo que fuera por solucionar esta situación, pero todavía no se ha hecho nada y estamos hartos de vivir de esta forma», sostiene con malestar Tomás Rodríguez, vecino y vicepresidente del bloque afectado.
«El bajante está averiado y el agua sucia se acumula en los bajos del edificio, pero además se filtra y sale hasta la calle; en esta se forma un gran charco de porquería, y nos preocupa muchísimo porque por la zona transitan continuamente niños para ir al colegio y a veces, inconscientes, se ponen a jugar saltando en el agua para mojar a los compañeros», relata con desasosiego el residente para justificar la urgencia y peligrosidad del asunto.
Por otra parte, admite que la titularidad del edificio es de ámbito privado, pero la grave situación en la que se encuentran los propietarios con respecto a los pagos de comunidad les obliga a pedir ayuda y orden a las administraciones públicas. «Se están realizando muchísimas ilegalidades: vecinos que venden o alquilan sin ninguna regulación los pisos o que ceden las viviendas a okupas», asegura Rodríguez.
«Todos los gastos los tenemos que afrontar unas 15 personas, y ya hemos tenido que aportar mucho dinero para arreglar desperfectos como el bajante del inmueble: sin embargo, hace tanto tiempo que estamos sosteniendo esta situación que las condiciones del edificio son muy malas y cada vez se estropea más y más», explica apurado.
De hecho, sostienen que los gastos para el arreglo de la tubería de agua residual han sumado en total «algo más de 6.000 euros». Tomás Yánez, otro de los miembros de la comunidad del bloque ocho, reitera que «pagamos en dos ocasiones a empresas de fontanería para paliar el problema, porque no sólo nos afecta a nosotros sino a todos los que se mueven por esta calle, y al final siempre se produce la misma avería».
También aseveran los vecinos que «hace un poco más de un año nos reunimos con el Ayuntamiento de Telde y nos aseguraron que esto se solucionaría de un momento a otro, pero sólo retrasan el arreglo».
Por otro lado, la concejala de Sanidad en el Ejecutivo Local, Marta Hernández, declara que la administración no puede intervenir en esa zona. «Hay toda una historia detrás de ese escape, y parte de los bajos del edificio: sin embargo, nosotros no tenemos potestad para arreglar esta circunstancia», sostiene la responsable del área. Sin embargo, afirma que «tendré que mirar el expediente y hablar con los técnicos para comprobar qué acciones podríamos llevar a cabo».
Desperfectos en el edificio
El problema de las aguas residuales es el más urgente, pero no es el único. «Los pilares de la infraestructura de los bloques se encuentran en unas condiciones nefastas; completamente resquebrajados, con los hierros asomándose e incluso algunos a punto de desplomarse por el peso», afirma Rodríguez. También señala las fachadas de los bloques. «Hace pocos días tuvimos que colocar una malla en el exterior porque se estaban desprendiendo cascajos enormes: un auténtico peligro», asegura.
Asimismo, los vecinos temen por las condiciones en las que se encuentran las tuberías. Si uno se da un paseo por el cuarto de los contadores del agua, en donde también se sitúa el cuadro de luces, corre el riesgo de electrocutarse. «Hay un gran porcentaje de tubos rotos: estos se sitúan en el techo y el agua muchas veces cae por la pared, donde están las palancas de la luz», asegura el vicepresidente vecinal. «Tuvimos que colocar un plástico encima de los plomos, porque sino nos arriesgamos a que todo se prenda fuego», exclama nervioso el vecino.
Por otra parte, miembros del partido Roque de Gando, liderado por Chano Henríquez, aseguran que pondrán voz a estos problemas y buscarán los medios para que los organismos públicos escuchen sus quejas. Entre estas, destacan la falta de servicio en los parques y jardines del vecindario y señalan el poco mantenimiento de las plazas, las aceras o las vías de las calles colindantes a estas viviendas.
«Nadie ha pasado por aquí para podar las ramas o sanar las plantas, la gente tira dentro basura y las malas hierbas crecen sin control alguno», aseguran los residentes de los bloques. «Las plazas están destrozadas e impide el juego a los pequeños, no hay ningún gimnasio para los jóvenes y además las aceras y las carreteras son casi intransitables», afirman con enfado.
La Provincia-Dlp
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