La escuela de Cazadores echa el cierre

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Las imágenes que ilustran este reportaje ya son historia. En las aulas de la escuela unitaria de Cazadores no quedan mesas ni sillas. Tampoco niños. Esta unidad rural cerró para siempre este último curso, pero deja honda huella en el pago más cumbrero de Telde, de cuya historia reciente es sin duda protagonista.

Son, o eran, apenas dos aulas en un edificio de una sola planta y una minúscula cancha que le servía de antesala y la aislaba de la carretera. De ellas salieron abogados, veterinarios y hasta médicos. Abrió en 1979, según cuentan los lugareños, y casi 40 años dan para mucho. Pero se había quedado sin alumnos. Este último curso tuvo seis, la mayor entra en septiembre al instituto y la unitaria de Cazadores se quedaba con apenas cinco. El ratio mínimo que fija la Consejería de Educación es de seis.

A Manoli Hernández, directora, tutora y profesora, todo en uno, le queda pena. Llevaba cinco años en esta escuela. Y en un barrio tan pequeño no tardó en hacer familia con la comunidad de padres, y también con los vecinos. ¿El problema? La distancia. Vive en Gáldar, por lo que cada mañana tenía que salir de casa a las 06.30 para llegar, hora y media después, a la hora de entrada.

Firme defensora de las unitarias, en septiembre se incorporará a la de Caideros, también en el municipio donde reside. Subraya de estas escuelas la posibilidad de dar una enseñanza casi personalizada. «Hay varias edades, sí, aquí este año tuve a niños de 4 cursos, pero aprenden unos de otros». Y no por estar lejos están peor. Al contrario. Manoli y sus alumnos disponían de pizarra digital, y de un portátil cada uno. Y de un rincón del teatro, otro de lectura, una biblioteca, y hasta un supermercado donde probar sus habilidades matemáticas.

La escuela cerró, pero sus niños siguen en una unitaria. Bajan a la más cercana, a La Breña.

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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