La Churrería Melián es algo más que un establecimiento emblemático. A la fama de sus churros, acompañados por un buen chocolate o por un clipper de naranja o de fresa, le ha salido competencia: la creatividad de Celina, que tunea el local según toque. Ahora es tiempo de Semana Santa y solo le falta el incienso.
Celina Mendoza se ha reservado un rinconcito en el coqueto local que regenta junto a su marido, Francisco Melián, en una angosta calle del Los Llanos más castizo, la de Lagunetas, para dar rienda suelta a su imaginación y poner a tono la churrería con el ambiente que se respire en la ciudad. Si toca Semana Santa, como es ahora, monta un altar, con un Cristo incluido, y dos muñecos a los que viste de cofrade y de mujer con mantilla. Que es tiempo de carnaval, como fue hace poco, recurre a la alegoría elegida en Telde, que en esta última edición fue la selva, y la decora al efecto. Y para que nada desentone, hasta la propia Celina se disfraza. En Navidad de viste de Mamá Noel, por el Día de Canarias, de típica, y en San Valentín se inventa un look rojo y lleno de corazones.
Cuenta que desde siempre, desde que era una chiquilla, tuvo una vena artística muy marcada. Cree que le viene de la rama de su familia que procede de Juncalillo. Si hubiera estudiado para eso, quién sabe, a lo mejor sería decoradora o diseñadora, pero la vida la llevó a trabajar desde niña, con apenas 14 años, así que ese talento lo ha ido desahogando a ratos, allí donde le dejaban y cuando el tiempo se lo permitía.
El calendario no le da tregua. Celina no para. Tunea su churrería por Navidad, San Valentín, carnaval, el día del Padre, Semana Santa, la feria de abril, el día de la Madre, el de Canarias, las fiestas del Pino, los Finaos o San Gregorio. Pero también por acontecimientos, como un derbi canario. O para hacer homenajes, como a su añorada isla de La Graciosa.
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